LUIS LÓPEZ CARMONA | OTRO MUCHACHO LUIS
U n año y dos meses aproximadamente duró alejado de la opinión pública Carlos Mario Marín Correa, quien para dicha de muchos manizaleños, pueden llamarlo ahora exalcalde, algo que desearon desde que él ejercía sus funciones como máxima autoridad de Manizales.
Y reapareció con una de sus famosas transmisiones por redes sociales -como fiel amante de las cámaras y los reflectores- para anunciar que iba a hacer una pausa en su carrera política; lo que sí llegó intacta fue su soberbia para creer que su decisión era de interés general.
Aunque peor aún, este anuncio lo hizo sin sonrojarse y como si únicamente de él dependiera esa pausa, porque al menos para cargos de elección popular él debe ser consciente y sensato que gracias a su administración en la Alcaldía de Manizales, a muy pocos le quedaron ganas de votar por Marín Correa para verlo ejerciendo funciones públicas.
Pero esperar sensatez de su parte es demasiado, especialmente con los antecedentes demostrados como alcalde de Manizales, pero que por lo menos sea realista en que sus aspiraciones para llegar a cargos de elección popular son casi nulas, porque su administración vendió promesas de campaña que no pudo cumplir en sus cuatro años de gestión. Dejó una movilidad estancada y una malla vial para llorar, y con percepción de inseguridad en las calles; además se dedicó a cambiar y despedir personal a diestra y siniestra, manejó de forma torpe el orden público y la gestión del riesgo, dejó obras inconclusas con prórrogas interminables, otras que solo existieron en la imaginación, y muchas con sobrecostos exagerados.
Mientras tanto, el mayor logro que tiene para mostrar Marín Correo es haber sido elegido por la organización Colombia Líder como el segundo mejor alcalde del país (periodo 2020–2023), pese a que Manizales padeció con la administración del mandatario, que estuvo marcada por la ineficiencia, el endeudamiento y el incumplimiento sistemático. Y es que como suele suceder con los premios y reconocimientos a funcionarios públicos: les nubla la razón, les distorsiona la realidad y solo sirven para llenar la egoteca, alimentar los propósitos electorales y burocráticos, y ayudan a desvirtuar las verdaderas gestiones administrativas.
Aunque por mucho que Marín Correa alardee de ese reconocimiento, no podrá ocultar que, tras su gestión administrativa, el municipio de Manizales quedó con una deuda superior a los $431 mil millones de pesos. Su gobierno estuvo marcado por ‘dedocracia’, despilfarro de recursos públicos, nepotismo descarado y casos de censura. Y mientras tanto, la mayoría de los proyectos estructurales de su plan de desarrollo no pasaron de ser simples renders.
Pero la reaparición de Marín Correa no es casual, especialmente tratándose de un político calculador. Aunque asegure que hará una pausa en su carrera política, lo que realmente busca es protagonismo mediático y visibilidad, atribuyéndose el liderazgo de obras próximas a inaugurarse que, si bien comenzaron marcha durante su administración, muchas no superaron ni el 50% de ejecución bajo su mandato.
Te interesa
Es que por fin podrá mostrar la terminación de obras que no logró concretar durante sus cuatro años como alcalde de Manizales. Lo más probable es que pose para las fotos de inauguración o apertura al público, aunque esta vez ya no las paute en redes sociales, pues eso lo hacía con recursos públicos y ahora le toca de su bolsillo. Así como tampoco reconocerá que esas entregas extemporáneas de obras sean el resultado de retrasos, prórrogas y sobrecostos, originados durante su propia administración.
Infortunadamente en la política colombiana los hechos se olvidan con rapidez. Por eso conviene recordar el famoso refrán: «quien no conoce su historia está condenado a repetirla». Y todo indica que Carlos Mario Marín Correa vuelve para desafiar la amnesia política de la ciudadanía en Manizales, acostumbrada a elegir políticos con las mismas mañas de quienes han saqueado el municipio desde cargos públicos.
Por eso, aquí se exponen algunas razones para recordar a Marín Correa cada vez que lo vea en un tarjetón electoral. Hechos concretos que invitan a reflexionar -antes de otorgarle un voto- sobre el desastre que dejó en Manizales y su constante incapacidad de asumir responsabilidades.
Un ejemplo claro es el elefante blanco que nació y creció en su administración: la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Los Cámbulos. Un proyecto que Marín prometió entregar antes de finalizar su mandato, pero que prefirió ignorar en sus rendiciones de cuentas y que, hasta el día de hoy, ni siquiera menciona. Sin embargo, este elefante blanco siempre lo acompañará a donde quiera que vaya.
PTAR Los Cámbulos: el monumento al despilfarro
El caso más escandaloso de su administración tiene nombre propio: PTAR Los Cámbulos. Un proyecto ambicioso —y necesario— que terminó convertido en uno de los elefantes blancos más costosos del país.

Firmado en noviembre de 2021 entre Aguas de Manizales y la firma mexicana Fypasa por $133 mil 029 millones, el contrato fue financiado en su mayoría con recursos del Ministerio de Vivienda y un crédito del banco alemán KfW. En abril de 2022 se estableció el acta de inicio, y en mayo se giró un anticipo de $39 mil 908 millones, el 98% provenientes de la Nación. El problema fue la falta de transparencia con la ciudadanía que se enteró casi un año después, cuando los trabajos en la obra no avanzaban y las denuncias de incumplimiento de pagos a proveedores era lo único que empezaba a moverse.
En junio de 2023, la Contraloría General advirtió que el avance físico era de apenas el 5%, cuando debía superar el 35%. A finales de ese año, una auditoría externa —después de la terminación anticipada del contrato— reveló algo aún más alarmante: el avance real no superaba el 1,7%.
Y mientras tanto, Catalina Velasco, ministra de Vivienda (2022-2024), manifestaba su “preocupación”, pero sin medidas concretas. Ni una sanción ejemplar, ni una acción de fondo. El Ministerio, como el alcalde y los entes de control, brillaron por su pasividad.
Ahora bien, en su más reciente transmisión, el ‘segundo mejor alcalde del país’ -según Colombia Líder– anunció que había rechazado un alto cargo en el Gobierno Nacional. Sin embargo, como el político calculador que es, Marín Correa bien podría recurrir a las cuotas burocráticas con las que la clase política acostumbra a manejar el país. Y ahí estará él al acecho, listo para cobrar algún favor, porque más que anunciar una pausa en su carrera política, lo suyo suena más bien a una amenaza: ¡volverá! Y probablemente lo haga de la mano de Mauricio Lizcano, quien lo respaldó para llegar a la Alcaldía de Manizales, además ha ocupado diferentes cargos en el gobierno de Gustavo Petro, y al parecer, tiene aspiraciones presidenciales para el periodo 2026-2030.
Por eso, esa “pausa política“ tiene la misma credibilidad que sus excusas cuando tardó en regresar a Manizales mientras el Volcán Nevado del Ruiz estaba en alerta naranja.

Aquella vez, su reaparición demoró 12 días. La gravedad no solo estaba en la emergencia, sino en que él aún era el alcalde de Manizales en ejercicio… ¡y prefirió irse de vacaciones! Un abandono de cargo en tiempo de crisis. Su manejo de la Gestión del Riesgo se convirtió en otro capítulo de la tragicomedia Marín: sin preparación, sin articulación y sin liderazgo… y con berrinches incluidos ante la presión mediática porque se le exigió regresar a Manizales antes de lo previsto para cumplir, a regañadientes, con sus funciones como alcalde.
El primero en evacuar
En marzo de 2023, cuando el Volcán Nevado del Ruiz pasó a alerta Naranja, las autoridades nacionales entraron en emergencia… menos Carlos Mario. Él decidió evacuar antes que cualquier otro: empacó maleta y se fue de vacaciones. Mientras el país se preparaba para una posible erupción volcánica, Marín Correa se alistó para el check-in.
No apareció en los Consejos de Gestión del Riesgo, ni en los Puestos de Mando Unificado, ni siquiera en la plataforma Zoom. La calamidad pública en su administración fue decretada tarde, mientras en municipios vecinos ya activaban protocolos ante el riesgo inminente. Su respuesta: dejar encargado al secretario de Movilidad, Mateo Loaiza, quien a su vez delegó en la directora del despacho de Gestión del Riesgo, Alexa Morales. ¡Una cadena de delegaciones que solo generó desorden y desconcierto!

Las excusas del entonces alcalde para no aplazar sus vacaciones fueron tan frágiles como absurdas: que el cambio de tiquetes resultaba muy costoso, que había mucho tráfico aéreo, entre otras. Y como si la memoria colectiva fuera pasajera, regresó 12 días después, fingiendo preocupación y sacándose fotos junto al volcán, como si hubiese estado al frente de la situación desde el día uno, y como si hubiese liderando la operación desde el epicentro de la emergencia.
Carlos Mario Marín Correa puede dar cátedra sobre cómo gobernar sin filtros, sin análisis crítico, ni protocolos mínimos, y con populismo de sobra para presumir en redes sociales.
Diplomacia de cartón: el “país” de Liberland
¿Y quién necesita al Ministerio de Relaciones Exteriores si tú mismo puedes montar tu propio servicio exterior en la sala de juntas de la Alcaldía? A finales de 2022, Marín Correa firmó un “acuerdo de cooperación” con Liberland, una supuesta micronación de 7.5 km² sin reconocimiento internacional. Lo presentó como un tratado diplomático para beneficiar a los manizaleños con 5.000 cursos de inglés. El resultado: una burla internacional, renuncias en su gabinete, y la confirmación de que en su administración se tomaban decisiones de alto impacto sin verificar fuentes ni legalidad.
Se firmó con bombos y platillos a través de una transmisión en vivo por redes sociales. Pero pronto se supo que Liberland no tenía embajada, ni profesores, tampoco validez jurídica, ni existencia… era una ficción diplomática vendida con discursos. El ridículo se internacionalizó. El alcalde, lejos de asumir el error, lo minimizó como “una tormenta en un vaso de agua”.
Pero cuando se tiene la responsabilidad de liderar una ciudad, las tormentas no se ignoran, ¡se enfrentan con seriedad!
La salud mental: última en prioridades, primera en tragedias
En comparación con el 2022, la administración recortó $37 millones al programa de salud mental para el 2023, dejándolo con un presupuesto de apenas $773 millones. En contraste, destinó más de $1.033 millones a propaganda institucional. Las cifras de suicidio aumentan año tras año, y la respuesta institucional es cada vez más débil.
En 2023, el último año de mandato de Marín Correa, Manizales registró la cifra más alta de suicidios en los últimos 8 años: más de 40 casos. En total, entre 2020 y 2023, se reportaron 146 suicidios, superando los 130 del cuatrienio anterior. Mientras tanto, en lugar de fortalecerse, el presupuesto para salud mental se reducía.

¿Y cuál fue la solución en la administración Marín Correa, el segundo mejor alcalde del país -según Colombia Líder-? Delegar la prevención del suicidio a la Secretaría de Obras Públicas. Porque claro, nada dice ‘salud mental’ como hacer un cerramiento en el Puente Vizcaya. Una acción que, por cierto, ni siquiera se ejecutó dentro del plazo acordado.
Pero si el 80% de los suicidios se dan por envenenamiento, ¿qué sentido tiene cerrar un puente y no brindar atención psicológica?
Otra tragedia mal gestionada que quedó sin solución en el mandato de Marín Correa.
Línea 3 del Cable Aéreo: de la ilusión al posible elefante blanco
Prometido como la gran obra insignia de la alcaldía de Marín Correa, el proyecto terminó envuelto en escándalos. Se lanzó sin contar con la compra de todos los predios, se firmó el contrato con Ideas Más, una empresa sin experiencia ni habilitación legal, y los avances reportados eran falsos: mientras se afirmaba públicamente un avance del 65%, la nueva administración de Jorge Eduardo Rojas (sucesor de Marín Correa), estableció que en realidad apenas alcanzaba el 21%.
En agosto de 2023, la Contraloría General de la República emitió una Alerta de Control Interno a la Alcaldía de Manizales e Infimanizales por los riesgos financieros detectados en el proyecto Línea 3 del Cable Aéreo. La entidad clasificó la obra como “proyecto crítico” y advirtió que podría convertirse en un nuevo elefante blanco. Entre los hallazgos sobresalen: atrasos injustificados, ausencia de un presupuesto total actualizado y falta de cierre financiero definitivo.
El presupuesto pasó de $178 mil millones a más de $205 mil millones. Pero eso no fue impedimento para que Marín Correa celebrara la instalación de la primera pilona como si estuviera inaugurando el metro de Dubái. Una exhibición de desfachatez y mediocridad. Pues al cierre de su mandato: ni el costo final, ni el cronograma, ni el alcance real de la Línea 3 estaban definidos.
Pero claro, en su lógica de “liderazgo alternativo”, el espectáculo valía más que los resultados.
Orden público: abrazos de día, represión de noche
En Manizales hubo participación activa en el Paro Nacional de 2021. La protesta que comenzó con el descontento por la reforma tributaria del gobierno de Iván Duque, después se extendió contra otras reformas estatales, y se intensificó tras la polémica decisión de ofrecer “asistencia militar” a los municipios.
Y al parecer, la orden era dispersar las concentraciones y manifestaciones con fuerza desmedida: mutilaciones oculares, asesinatos, detenciones arbitrarias, entre otros actos represivos por parte de la fuerza pública.
Según el informe de la ONG Temblores e Indepaz, entre el 28 de abril y el 26 de junio de 2021 se documentaron a nivel nacional:
- 44 homicidios presuntamente cometidos por miembros de la Fuerza Pública.
- 82 víctimas de agresión ocular.
- 228 víctimas de disparos por arma de fuego.
- 48 casos de afecciones respiratorias debido al lanzamiento de gases lacrimógenos.
- Numerosas detenciones arbitrarias y casos de agresión física generalizada.
Mientras tanto, el político alternativo Marín Correa presumía de pacifista, pero gobernaba con la política de la ‘mano firme’. Aceptó la asistencia militar ofrecida por Duque; negó haber ordenado fuerza desmedida, pero sí autorizó dispersar las concentraciones. Como si desconociera la manera de actuar del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) cuando le dan rienda suelta.
Así, Manizales vivió uno de los capítulos más oscuros en cuanto a orden público. El ESMAD actuó con violencia represiva: manifestantes perseguidos, acorralados, agredidos, incluso hubo ciudadanos atacados con gases lacrimógenos dentro de buses de servicio público.
Durante el día y ante las cámaras, Carlos Mario Marín Correa pedía abrazos de víctimas a agresores. Pero en la noche, con una llamada telefónica, daba vía libre a los “verdugos” para castigar y reprimir sin piedad a las víctimas. Una doble cara que no fue anecdótica, sino parte de su estrategia en el Paro Nacional.
¡Contradicción, hipocresía y cinismo en su discurso y gestión!
Contratación: el club de los recomendados
La tan pregonada transparencia en el mandato de Marín Correa fue pura demagogia. Más de 17 mil contratos durante su gobierno, y el 39% fueron adjudicados de forma directa -sin licitación- por más de $602 mil millones.
Entre renuncias, traslados, despidos y nombramientos a dedo, hubo más de 100 cambios en su gabinete, lo que demostró que liderar y mantener un equipo estable tampoco fue su fortaleza ni prioridad.
Lo que sí tuvo para mostrar fueron los contratos de obras con retrasos y sobrecostos, como el de Intercambiador vial Los Cedros, o los escenarios deportivos para los Juegos Nacionales, entre otros. Se presentaron indagaciones de la Procuraduría por gastos en instalación de placas en ejecución de obras elementales, como también por los eventos de autopromoción de Marín Correa, que entraron a ser vigilados por la misma entidad.
Y como lo denunció Víctor Cortés, concejal de Manizales (2020-2023), hubo salarios duplicados sin justificar, como el de Laura Arias, secretaria privada de Marín Correa, que pasó de $3 millones 400 mil a casi $8 millones mensuales.

¿La respuesta del alcalde? “Yo veré cuánto les pago”. Así, sin anestesia, con arrogancia y sin dar explicaciones, porque él creyó que los recursos públicos salían de su cuenta bancaria.
La frase con la que gobernó Marín Correa no fue una promesa, sino una advertencia: “ustedes no están preparados para un gobierno como el mío.” Y tenía razón, no estábamos preparados… para tanto desorden, tantos sobrecostos, tanta arrogancia, tanta improvisación, y tan poca gestión.
Gobernar con la arrogancia por delante
Manizales cerró el periodo 2020–2023 con un endeudamiento superior a los $431 mil millones. El panorama resultó desolador: obras inconclusas, promesas que solo existieron en renders, y un alcalde que confundió gobernar con figurar en redes sociales.
Lo más triste no es que él falló. Lo verdaderamente grave es que perdió Manizales. Porque mientras las entidades de control apenas comienzan a mover expedientes, los contratos ya han sido adjudicados, postergados, incumplidos o liquidados… y los recursos desaparecidos. Y mientras la ciudad esperó una administración que trabajara por el desarrollo, lo único que recibió fue propaganda política en redes sociales y volantes, además de ver a Marín Correa gobernar para sus amigos, no para la ciudadanía.
Gestión e imagen desfavorable
Carlos Mario Marín Correa terminó siendo de los alcaldes con la imagen más desfavorable del país, y eso dice más que cualquier reconocimiento de “segundo mejor alcalde del país”. Porque si algo demostró su gobierno es que la alternancia con arrogancia, sin preparación y sin ética es tan peligrosa como las maquinarias tradicionales.
A Marín le faltó gestión y le sobró ego. Fue el alcalde de las redes sociales, de las fotos y videos, de las disculpas memorizadas sin asumir errores, y de los abrazos fingidos. Pero de soluciones reales, del avance y el desarrollo prometido para Manizales, no quedó rastro.
Por eso quienes, tras 14 meses de silencio, le crean ahora el cuento de “pausa en la política”, pecan por ingenuos y están condenados a repetir la historia de su desastroso mandato (2020–2023). Y si lo eligen para otro cargo público, será complicidad directa de los votantes. Porque no hace falta una venda en los ojos para no ver su forma y estilo de hacer política: disfrazarse de alternativo y actuar con prácticas tradicionales; generar opinión a través de redes sociales diciendo una cosa y haciendo otra; atribuirse el liderazgo y mérito de proyectos que no supo ejecutar ni concluir; y protagonizar enfrentamientos por ideología que lleven a escándalos, pero que carezcan de debate.
Y después de su reciente anuncio, no será una sorpresa verlo en plazas, parques, transporte público, o incluso en bicicleta alardeando de su gestión administrativa, pues lo más probable es que él ya empezó su campaña política. Llegará con verdades a medias, porque si no asumió responsabilidades cuando estaba en el poder, menos lo hará en campaña. Tampoco tendrá la valentía para aceptar públicamente el fracaso de su plan de gobierno durante la gestión como Alcalde de Manizales:
- Dejó un elefante blanco obstruyendo el saneamiento de las aguas residuales del Río Chinchiná en la PTAR Los Cámbulos.
- Delegó la gestión del riesgo desde algún tour en otro país.
- Convirtió la sala de juntas de la Alcaldía en una oficina de Relaciones Exteriores improvisada con países ficticios y cursos de inglés imaginarios.
- Dejó la salud mental en crisis: sin presupuesto, sin dirección, sin respuestas.
- Entregó la Línea 3 del Cable Aéreo como posible elefante blanco, con reportes de avance maquillados, y sin cierre financiero.
- Una gestión de orden público manejada a las patadas, con represión, uso excesivo de la fuerza y violación de Derechos Humanos.
- Y la transparencia y contratación terminaron con indagaciones, hallazgos fiscales, y posibles irregularidades.
Si el objetivo de Carlos Mario Marín Correa era convertir a la ciudad de las puertas abiertas en la Copenhague de Latinoamérica, la entregó como Atenas… en ruinas.
Estos son apenas antecedentes del peligro que representa Carlos Mario Marín Correa en cualquier otro cargo público, porque ya demostró que, con poder, todo puede hacerlo aún peor.
Y que el anterior panorama sirva de alerta: Marín Correa puede aspirar -o ser nombrado- en otro cargo público, pero ya sabemos que el espectáculo le importa más que el deber.
Evidentemente hizo méritos de sobra para desear que llegue el día en que puedan referirse a él como expolítico.
¡Ay Manizales del Alma!


















